Ir a Flandes y Ámsterdam en invierno ¡Sólo para valientes!

Actualizado el 14 octubre, 2020 por Juan Diaz de Viajes BIDtravel


Hola de nuevo,

Hoy escribo para contar mi viaje a Bélgica y Holanda. Esta vez no fue por trabajo 🙂 fui con mi novio, que como cumplía años, y esta vez era una cifra redonda, pues me estiré un poco, y le invité a hacer una escapadita de 4 noches.
La verdad que me salió genial.
Los vuelos con Iberia y Vueling con el enlace desde Asturias (vía Madrid para ir a Bruselas, y vía Barcelona para volver desde Ámsterdam) con escalas cortas, cogiéndolo con mucho tiempo, nos salió tirado. Eso es lo bueno de estas fechas, que como poca gente se atrevea viajar… pues los vuelos están bien de precio.
Aterrizamos en Bruselas (no Charleroi, sino Bruselas), que está comodísimo, ya que en el propio aeropuerto hay una estación de tren subterránea, que te acerca a la ciudad. Allí mismo nos sacamos la “tarjeta” Go pass.
La llamo tarjeta por llamarlo de alguna manera, porque realmente se parece a una tarjeta de embarque de las que te dan en los aeropuertos. Son unas tiras de papel bajas y anchas, que tienen 10 renglones para escribir.
Como somos menores de 26 años, tenían un precio especial, y costaba 50 euros y era válido para 10 viajes. ¡Un chollo vamos! Nos salía el viaje a 5 euros.
 Ese mismo día, ya vimos prácticamente toda Bruselas. Es una ciudad preciosa. Mires a donde mires, hay un edificio bonito, y si el edificio no es bonito, le habrán decorado la fachada con alguna pintura de un cómic.
Pasamos un poco de ir al Atomiun porque él ya había ido, y nos pareció un poco perder el tiempo, ya que sólo teníamos 5 días para hacerlo todo, y había que priorizar. El Atomiun estaba lejos, ese día parecía que iba a llover… así que preferimos no ir.
Vimos el Manneken Pis, la catedral de San Miguel y Santa Gúdula (que debe ser un nombre muy común en Bélgica, pero lo que es aquí… cuando leí el nombre en la guía me quedé a cuadros). También vimos por fuera el museo de los instrumentos musicales, que es un edificio precioso y muy original. Por supuesto, el ayuntamiento, sus muchos parques…
Comer y cenar no es un problema. Los belgas destacan por su gastronomía, que sí, que les gusta mucho el dulce y el chocolate, pero no es todo azúcar. Los mejillones, el pato… todo está buenísimo.
Bien es verdad que español no habla ninguno, pero bueno, si con el nivel de francés que tengo yo me entendieron… pueden entender a cualquiera, creedme!!
Después de cenar, nos fuimos a tomar una cervecilla, pues Bélgica también es conocida por sus cervezas, y callejeando un poco, entrando a un bar, vimos a la Jeanneke Pis, que es la versión femenina del Manneken. Es una niñita agachada (las mujeres no tenemos la suerte de poder hacer pis de pie con la chulería que tiene el Manneken Pis, pero también ella tiene su chulería).
La mañana siguiente, fue para la grand place (grote markt). En una palabra: preciosa. La plaza la cierran las casas de los gremios y la casa del rey (que digo yo, cuánta pasta tenían los gremios belgas ¿no? porque para tener esas casitas…).
Qué decir de ella… es la plaza de las plazas. Es patrimonio de la Humanidad desde el 98. Aunque si os digo la verdad… me desilusionó un poco. Me pareció más pequeña de lo que sale en las fotos, pero bueno, sigue siendo una maravilla.
De ahí, nos cogimos el tren (que allí los hay de dos plantas), y nos fuimos a Brujas. Allí echamos la tarde y la mañana del día siguiente. Brujas es de cuento totalmente. Una ciudad de piedra, muy bien conservada, llena de puentes… lo único malo: que anochecía tan pronto y hacía tanto frío, que no disfrutamos bien de ella. Por eso tengo que volver (y volveré en Mayo del 16 J).
 Pasear por la noche por Brujas es una pasada. Si vais, no os quedéis encerrados en el hotel por la noche, si yo pude un día 5 de febrero, con el frío que hacía, todos podemos. ¡Que no nos venza la pereza!
Al día siguiente, después de comer: para Gante. Gent (que es Gante en flamenco), me resultó bastante interesante. Bicis por todas partes, y se respira en el aire que a pesar de ser una ciudad empedrada y antigua, tiene unos visos de modernidad muy originales. Más que ser moderna, los que son modernos son los habitantes, y en cada detalle que se ve por la ciudad, ves cosas poco comunes. ¿Cómo qué? Pues pomos de puerta, esculturas hechas con material reciclado… Todo muy pintoresco.
 Lo de las bicis es impresionante… llegas a la estación de tren, y te quedas con la boca abierta. Yo creo que hay gente que la deja ahí, se compra una nueva, y la vieja la deja allí para siempre… o eso, o como hay tantas, ya no saben dónde la dejaron, y por no buscarla se compran otra (que podéis decir: qué barbaridad está diciendo ésta, pero si vierais la cantidad de bicicletas… igual me dabais la razón).
La verdad que Gante también me gustó bastante. Es de las ciudades que si “ves sin mirar” te pasan un poco desapercibidas, pero si te fijas un poco más, descubres la cantidad de pequeños detalles que tiene.
Y ahora para Holanda: destino Ámsterdam. Antes de llegar, tuvimos un trasbordo en Amberes, que la estación de tren es impresionante, y por fin llegamos a la capitán neederlandesa.
La primera decepción: nos metimos en una cafetería que había en la estación (cafetería normal, no coffee shop) y el café con leche, te lo ponían con la leche de esta de mentira como la que te dan en los aviones. Un asco vamos.
No obstante, nuestro hotel estaba justo al lado de la estación (que el edificio también es impresionante) y muy cerca del barrio rojo, así que había mucho ambiente, como nos llovió a ratos, pues estábamos todo el día entrando y saliendo de los bares. Pero paseando por el barrio rojo, vi mi salvación: en los coffee shops ponían café de verdad!! Así que cada vez que llovía, al coffee a tomarse un cafelillo. El único problema, es que como llovía bastante, acababas el día con un colocón de los vapores del coffee… Había uno en concreto en el que estuvimos varias veces, que había un gato gordo gordo, que se parecía a Garfield, sobre todo por los ojos: el gato aquel con los humos que respiraba, llevaba un emporramiento el pobre… pero era un crack, casi no abría los ojos, y andaba por la barra sin tirar nada. Se ve que estaba acostumbrado a ir drogado por la vida…
Es una pena el mal tiempo que hizo… porque fuimos al mercado de las flores, a la zona donde está el museo Van Gogh y demás, que están las letras de Iamsterdam… pero llovía, había viento… en fin, que menos mal que volveré de aquí a unos meses, para poder verlo de nuevo, porque de Ámsterdam sí que me quedó mucho por ver, aunque el sabor de boca que me dejó… fui bueno bueno.
 Así que en resumen: bonito, maravilloso, preciosísimo, pero corto, y echado un poco a perder por la lluvia, pero aun así, muy guapo todo, y con ganas de repetir para ver lo que nos perdimos la primera vez.
¿Ir en invierno tiene sus inconvenientes? Obviamente sí: El frío, y el clima lluvioso, pues te puede estropear el viaje. Y las noches son largas. Aunque esto también puede ser una ventaja si te gusta dar paseos nocturnos.

¡Mañana más! Hasta pronto.
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