Si alguna vez has soñado con recorrer un país que lo tenga todo —desde cascadas que rugen como si la tierra hablara, hasta glaciares eternos y ciudades que respiran tango— déjame contarte mi ruta por Argentina. Mi nombre es Belén y como agente de viajes especializada en este destino, pensé que lo conocía… pero vivirlo en primera persona fue otra historia.
Buenos Aires: tango, historia y primeras impresiones

Aterrizar en Buenos Aires siempre me produce una mezcla de emoción y nostalgia. Las avenidas amplias, el aroma a café recién molido y la gente charlando en cada esquina son la mejor bienvenida posible.
En mi caso, la ciudad me recibió dos veces: al inicio y al final del viaje. La primera parada fue breve, porque al día siguiente ya estaba volando hacia Puerto Iguazú. Aun así, me di el gusto de saborear un café en Café Tortoni y caminar por la Avenida de Mayo, donde la arquitectura europea y el alma porteña se abrazan.
💡 Tip gastronómico: en Buenos Aires, no dejes de probar una milanesa napolitana en “El Antojo” o un choripán en Costanera Sur además de probar al paso una porción de pizza en el famoso Güerrín. Son simples, pero absolutamente porteños.
Puerto Iguazú: donde el agua canta

Mi siguiente destino fue Puerto Iguazú, hogar de una de las maravillas naturales más impresionantes del planeta: las Cataratas del Iguazú.
Comencé por el lado brasileño, que ofrece vistas panorámicas que te dejan sin palabras. Desde la pasarela, la Garganta del Diablo se ve como un monstruo majestuoso, lanzando espuma y arcoíris a partes iguales.
Al día siguiente crucé al lado argentino, donde el contacto es más íntimo. Caminé por los senderos superior e inferior, sintiendo cómo el agua te envuelve con su energía. Tomé el tren ecológico hasta la Garganta del Diablo y me quedé hipnotizada con la fuerza del río.
💡 Tip gastronómico: en Puerto Iguazú, busca un restaurante que sirva surubí a la parrilla o empanadas de mandioca. Y si eres amante del dulce, prueba el helado de yerba mate.
El Calafate: el reino del hielo

De la selva subtropical volé a la Patagonia, a un paisaje que parecía de otro planeta: El Calafate.
La joya de la zona es, sin duda, el Glaciar Perito Moreno. Me levanté temprano para llegar al Parque Nacional Los Glaciares y recorrer sus pasarelas. No hay fotografía que le haga justicia: la inmensidad del hielo, los tonos azules y el crujir que anuncia que un bloque se desprenderá… es una experiencia que te recuerda lo pequeña que eres ante la naturaleza.
Como extra, hice la navegación opcional frente a la pared norte. Ver cómo el glaciar se eleva sobre ti como una catedral helada es sobrecogedor.
💡 Tip gastronómico: no te vayas de El Calafate sin probar el cordero patagónico al asador y, para endulzar, el licor de calafate (dicen que si lo tomas, volverás a la Patagonia).
Ushuaia: en el fin del mundo
Desde El Calafate tomé un vuelo hacia Ushuaia, la ciudad más austral del planeta. Solo el nombre ya suena a aventura.



Mi primera excursión fue al Parque Nacional Tierra del Fuego. Allí tienes la opción de subirte al Tren del Fin del Mundo, una joya histórica que te transporta a la época en la que los presos del penal realizaban trabajos forzados. Después, el recorrido nos llevó al Lago Acigami/Roca, donde los colores del bosque se reflejan en el agua como en un espejo, y a la Bahía Lapataia, el final de la Ruta Nacional 3. Saber que desde allí podrías conducir hasta Alaska es algo que pone la piel de gallina.
💡 Tip gastronómico: en Ushuaia, la centolla austral es la reina. Pídela fresca y cocida al vapor. Y si eres de sabores intensos, prueba la merluza negra en manteca de limón.

Regreso a Buenos Aires: la despedida perfecta
El viaje terminó donde empezó: en Buenos Aires. Esta vez me di el lujo de hacer un city tour y recorrer con calma sus barrios. Caminé por San Telmo, con su aire bohemio, y por La Boca, donde el color de las casas compite con la pasión por el fútbol. En Recoleta, visité el famoso cementerio, y en Puerto Madero, disfruté de una cena viendo cómo el río se funde con el cielo al atardecer.
💡 Tip gastronómico: si tienes una última noche, vive una cena-show de tango. Combina un buen bife de chorizo con un espectáculo y sentirás que te despides de Argentina de la forma más auténtica.
¿Por qué repetiría esta ruta?
Mi ruta por Argentina fue un viaje de contrastes extremos: desde la selva húmeda hasta los glaciares, pasando por ciudades vibrantes y el fin del mundo. Es un país que se vive con los cinco sentidos y que siempre te deja con ganas de más.
Si estás pensando en hacerlo, mi consejo es que lo vivas sin prisas. Escucha el rugido de las cataratas, siente el frío del hielo en el rostro, prueba cada plato regional y conversa con la gente. Argentina no es solo un destino: es una experiencia que se queda contigo.
¿Te imaginas recorriendo estas mismas rutas, sintiendo el rugido de las Cataratas del Iguazú, mirando un espectaculo de tango en Buenos Aires, caminando frente al Glaciar Perito Moreno o llegando al fin del mundo en Ushuaia? ✈️
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