Viaje a Lituania en invierno

Actualizado el 14 octubre, 2020 por Juan Diaz de Viajes BIDtravel

Marta de Bidtravel.


Vuelvo a escribir aquí, y esta vez con cierto retraso, porque el viaje en cuestión ¡¡fue en Enero!! Pero bueno, como en la oficina estamos que no paramos,  no pude escribir antes. El caso es que esta vez no viajé sola; me acompañó mi compañera Eli, que como yo, se apunta a un bombardeo. Y para Lituania que nos fuimos juntas … en pleno Enero. Claro, os podréis imaginar el frío que hacía …
 

Para los que no se ubiquen muy bien en el mapa, Lituania es la de abajo del todo en el mapa de las tres repúblicas Bálticas, la que hace frontera por el sur con Polonia.

Lo primero de lo que me enteré al llegar allí, es que el centro geográfico de Europa, se encuentra en un pequeño pueblo a unos 25 km de Vilnius, así que el concepto que yo tenía de que los países que pertenecieron a la URSS eran del este de Europa … se quedó chafado completamente nada más aterrizar.

Nos invitaron desde la oficina de turismo de Lituania, como touroperador español que comercializa viajes al país para tener unas reuniones y conocer a nuevos proveedores (de hoteles, excursiones, … en fin, todos los servicios que podemos ofrecer allí).

Para compensarnos el sacarnos de nuestra buena temperatura invernal, y meternos en ese congelador que era Vilnius a principio de año, nos regalaron un poco de turismo por el centro del país. Nos llevaron a conocer un poco Vilnius (o Vilna, como más rabia os dé llamarla), la capital de esa pequeña república ex perteneciente al imperio ruso y la URSS, de menos de 7 millones de habitantes. Y es que claro, en todo el tiempo que estuvimos allí, creo que el momento en que más calor (por llamarlo de alguna manera) hizo, estábamos a -3ºC… ¿Cómo pueden resistir vivir permanentemente bajo cero? ¡Y dicen que hay mal clima en Asturias! ¡¡¡Por lo menos la temperatura es estable todo el año!!!.

Volviendo al viaje, lo que más me gustó de la capital fue el contraste entre lo medieval, lo soviético y lo moderno. La zona donde estaba nuestro hotel, que era uno de los edificios más altos de la ciudad, es la zona financiera, llena de rascacielos en los que sobre todo hay oficinas y hoteles. Pero sigue estando cerca del casco histórico, ya que al ser una ciudad tan pequeña, se llega andando a todas partes.

Me resultó bastante interesante la historia del país, ya que como hacía sólo unos días que había estado en Polonia, y estos dos países comparten tantísimos lazos e historia comunes, fue como «ampliar» un poco lo que ya había aprendido hacía poco.

Está lleno de destilerías de vodka por todas partes, y nos querían emborrachar desde bien temprano por la mañana llevándonos a catas de licores típicos, pero bueno, teníamos suerte, y había un sueco en el grupo en el que íbamos, que se bebía lo suyo, lo nuestro, y hasta el agua de los floreros si le dejábamos, así que nosotros mojábamos los labios, y lo que no bebíamos, ya se lo bebería él jejej.

Pero sin duda, lo mejor mejor mejor del país, es el lago Trakai. Espectacular. Ya había visto fotos, pero con lo que se ve en una foto, no se puede apreciar lo bonito que es el lugar. Además, las fotos suelen ser sacadas en días de verano, con un cielo azul que hace que el lago también sea completamente azul, con el castillo reflejándose en el agua… pero cuando nosotras fuimos, el lago estaba ¡completamente helado! Estuvimos un rato decidiendo si nos atrevíamos o no a «caminar sobre las aguas» porque no sabíamos si sería muy seguro, pero de pronto aparecieron unos padres con las niñas tirándose pelotas de nieve corriendo por el hielo; así que si se atrevían esas niñas… ¡nosotras no íbamos a ser menos! Hay fotos para los incrédulos que duden de mi palabra. Ahí salgo yo posando delante del castillo, con ocho capas de ropa bajo el abrigo. La calida de la foto no es muy buena, pido disculpas.

 

Lo malo del país: mucha gente, como segundo idioma habla ruso y no inglés, así que no puedes hablar con todo el mundo; de todas maneras hay mucha gente que habla inglés (estoy casi segura que más que en España jeje). Pero bueno, lo compensan rápidamente intentando hacerse entender con las cuatro palabras que todos sabemos, y como son bastante majos, pues al final te entiendes con ellos. Además, como ahora tienen Euros, pues no hay lío con el cambio de moneda ni te tienes que preocupar por ir a buscar una casa de cambio, y entras con el DNI, así que tampoco tienes que ir a renovar el pasaporte.

El ir cuando está tan frío, también tiene su lado bueno. Casi no había turistas, y lo teníamos todo para nosotros solos, y en los bares en los que entrabas y todos los sitios a los que ibas, sólo había lituanos, así que conocías el carácter local, que eso también es algo que está bien cuando viajas.

Lo peor del viaje: la ruta que nos tocó hacer!! Asturias – Madrid, con una escala larga en Madrid. Madrid – Frankfurt, con una escala de 7 horazas en Frankfurt. Y Frankfurt – Vilnius, llegando a Vilnius a las tantas de la noche, habiéndonos levantado a las 6 de la mañana… pero bueno, eso se puede evitar si eres madrileño o de Barcelona, y te coges el vuelo directo… pero a los que somos de provincias… nos toca conocernos bien los aeropuertos.

Ahora me quedan los otros dos Bálticos, Estonia y Letonia. Pero… creo que coincidiré con Eli, en que esta vez me voy cuando la temperatura sea superior (al menos SOBRE cero jejeje).

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